Entre el pasado 2 y 4 de septiembre de 2023 se realizó una visita técnica hacia el cerro San Nicolás, montaña ubicada en el límite entre los departamentos de Antioquia y Chocó, con el objetivo de obtener un panorama más claro sobre los informes realizados por algunos miembros de la comunidad, baquianos y agencias, que reportan un deterioro del lugar debido al incremento del turismo.
Desde Bioexploradores Farallones hicimos parte de esta visita, organizada por la Mesa de trabajo Cerro San Nicolás, y queremos compartir en este blog los hallazgos y reflexiones obtenidas, con la intención de que estas vivencias promuevan el cuidado y el sentido de pertenencia hacia esta maravilla natural.
Por: Sebastián Berrío – Redacción Bioexploradores Farallones
Contenido
Regresando al San Nicolás
Después de dos años sin subir al San Nicolás, regresé de allí con sentimientos encontrados: por un lado, de alegría y asombro por volver a lo alto de la montaña, admirar sus formas y seguir conociendo de a poco el complejo mundo de vida que allí habita, convencido de que cada visita tiene algo diferente qué ofrecer. Por otro lado, bajé con preocupación, pues solo dos años bastaron, desde mi última visita en 2021, para notar ciertos cambios -algunos sutiles y otros no tanto- en el sendero, sitio de acampada y estado general del cerro.
La expedición empezó muy temprano, a eso de las 4:30 de la mañana, momento en el que nos dirigimos a la Subestación de Policía de Farallones para registrar nuestro ingreso, tal como se sugiere en el protocolo planteado por la Mesa de trabajo del cerro San Nicolás. En este protocolo se invita también a informar sobre el ingreso a la Promoción de Turismo de Ciudad Bolívar, al colectivo Bioexploradores Farallones y a los dueños de predios de acceso (Jorge González y Alejandro Olaya).
Inicio del recorrido
Con todas estas tareas completadas, iniciamos nuestro ascenso y notamos de inmediato el primer cambio significativo: en los potreros de la vereda El Ardedero, el propietario instaló candados en una puerta y reemplazó ciertos portillos con alambrados convencionales. Esto como medida para evitar que los caminantes dejen las puertas abiertas, una acción bastante común, que ocasiona el cruce de ganado entre los diferentes potreros, causándole perjuicios al señor Jorge González, que ha expresado su inconformidad a la Mesa en varias ocasiones.
El ascenso continuó sin novedad aparente, salvo por algunos momentos en los que encontrábamos basuras en el camino. A medida que ascendíamos por la montaña, aprovechábamos para realizar registros de fauna y flora. Al llegar al sitio conocido como el Primer Llano, nos encontramos un grupo de 6 turistas que había decidido devolverse desde el tramo conocido como “La Bejuquera”, debido a un derrumbe de magnitud considerable que dejó expuesta la pared de roca y que ha estado limitando el acceso de muchos turistas desde finales de agosto.
Con el propósito de registrar esta y otras novedades presentes en el sendero, continuamos nuestro ascenso. Al llegar al sitio del derrumbe se pudo evidenciar que está ubicado en una zona de alta pendiente, sufriendo un proceso erosivo constante a lo largo de los años, y pudiendo ser esta la causa del movimiento en masa.
Continuamos el recorrido según lo planeado, experimentando el contraste entre una biodiversidad exuberante, pero opacada de manera esporádica por residuos encontrados durante el ascenso.
Estado del campamento base
A eso del mediodía llegamos al campamento base. Me impresionó encontrar que algunas zonas que años atrás eran subpáramo, hoy en día habían sido tumbadas para crear espacios en los cuales instalar carpas.
La explicación para esto es que durante los puentes festivos, cuando se acumulan entre 40 y 60 personas en el campamento, el espacio escasea, ocasionando que los caminantes abran nuevos espacios para instalarse.
En este punto alguien podría decir cosas como: “lo que se está tumbando es un matorral. Es algo mínimo” pero lo cierto es que este tipo de vegetación es bastante importante.
Por un lado, no debe normalizarse la modificación permanente de dicha cobertura vegetal, más aún teniendo en cuenta que el sitio de acampada se encuentra dentro de un área protegida (Reserva Forestal Protectora Regional Farallones del Citará). Por otro lado, el subpáramo o bosque enano de los Farallones alberga especies de fauna y flora únicas, como el colibrí del sol (Coeligena orina), la genciana de páramo (Symbolanthus gaultherioides), el tapaculo de páramo (Scytalopus canus) y la diglosa pechirrufa (Diglossa gloriosissima), todas ellas endémicas de Colombia.
Además de los nuevos espacios de acampada, también encontramos otras modificaciones, como una letrina de madera, que, si bien fue instalada con buenas intenciones, por desgracia está siendo mal utilizada, como bien se evidencia en las heces expuestas que algún usuario de esta dejó, sin taparlas con material orgánico para facilitar su descomposición.
También observamos paños húmedos en algunas zonas del campamento. Estos desechos, si bien no eran abundantes, no se descomponen con facilidad, por lo que pueden convertirse en un foco de contaminación, especialmente cuando una gran cantidad de personas se aglomera en el sitio y necesita hacer sus necesidades fisiológicas.
Por último, en el campamento encontramos varias cobijas de tela gruesa que habían sido dejadas a la intemperie por los caminantes. Además de esto, hallamos algunos impermeables, plásticos y un costal con residuos recogidos por baquianos para su posterior evacuación. Estos fueron los principales elementos que encontramos en el lugar.
El contraste entre la huella humana y la maravilla natural del Citará
En este punto del relato, siento la necesidad de dar más protagonismo a varios elementos importantes: la biodiversidad, el paisaje y la climatología. Y es que, de forma simultánea a la desafortunada huella del ser humano que encontramos, la montaña no nos permitió olvidar que estábamos en uno de los lugares más espectaculares de la región, con una de las vistas más impresionantes, con decenas de especies de plantas, insectos y aves únicas, y con una dinámica de vientos bastante particular.
Es entendible -pensaba mientras nos dirigíamos a recargar agua- el interés de tantas personas por llegar hasta allí, aun siendo tan difícil el ascenso. El cerro San Nicolás tiene un encanto especial. Tal vez ese es el motivo por el que es tan visitado. Y aunque no presenta una afluencia tan alta como otros sitios turísticos de la región, es probable que el número de visitantes aumente aún más en el futuro. Por ello, se deben de tomar acciones para que, en caso de visitarse, se haga de una forma ordenada, responsable y contemplativa.
El primer día acabó entre el cansancio de la caminata, los encuentros repentinos con aves, plantas, e insectos, y el frío de la tarde, que presentó un clima favorable, permitiéndonos divisar hacia el horizonte por un largo tiempo. La jornada había acabado. Al día siguiente nos esperaba la cima del San Nicolás.
El camino hacia el techo de Antioquia
El segundo día comenzó con un clima inmejorable. El sol reflejado en la cara del cerro nos indicaba buenas condiciones climáticas para el ascenso, el cual abordamos con paciencia. Mientras escalábamos tramos de compleja dificultad como La Escalera encontramos más residuos, como un par de guantes y un termo roto.
Más residuos sólidos encontrados durante el ascenso a la cima
La mañana siguió avanzando, y lentamente continuamos ganando altitud, en ocasiones siendo sorprendidos por alguna Grallaria que salía al camino; por una polilla camuflada como líquen; o por el tapaculo de páramo, que por fin logramos observar, luego de 7 años de registros únicamente auditivos.
Sobre el estado del camino, noté bastante erosión en ciertos tramos de escalada, que cada vez son más difíciles, haciendo que se creen trochas alternas para sortearlos. También observé muchos más lodazales profundos, que pueden atribuirse al paso constante de turistas.
Con un paso lento pero constante, logramos subir a La Muela, donde nos encontramos a dos caminantes que habían realizado el recorrido en un solo día, iniciando a las 11 de la noche. Luego llegamos a la nariz del Indio. El denso ‘valle de bromelias’ que caracterizaba a este tramo se había modificado, siendo hoy en día mucho más fácil de cruzar, a costa de la formación de lodazales y de la creación de varios caminos por encima de los cardos.
La cima se encontraba cada vez más cerca, y a medida que observábamos la variada flora herbácea y arbustiva que crece en el lugar -que incluye frailejones, licopodios, puyas, cardos, romeros de páramo, aragoas, mortiños, entre otros- distraíamos la mente de la falta natural de aire que experimenta el cuerpo al enfrentarse a grandes alturas.
Genciana (Gentiana sp.) y frailejón (Espeletia sp.)
La cima
Finalmente, a eso del mediodía alcanzamos la cima. 4022 metros sobre el nivel del mar es la altitud promedio que marcan los dispositivos de GPS más precisos, aunque también es común obtener medidas de entre 4010 y 4036 msnm con teléfonos celulares. Todo depende de la precisión de los instrumentos.
Como es común, debido a la dinámica de los vientos del lugar, la cima se cubrió casi por completo de niebla, aunque en ocasiones permitía observar a lo lejos de manera breve.
En cuanto al estado del lugar, este por fortuna estaba libre de basuras, a excepción de un residuo de plástico que observamos a lo lejos en un acantilado, y que fue imposible de recoger, y de un paño húmedo encontrado en una ladera. Notamos también que algunos tramos cercanos a la cima no tienen un camino definido, lo que causa la formación de múltiples trochas, que compactan la vegetación paramuna.
El descenso y un ave inesperada
Una vez alcanzada la meta, comenzamos el descenso bajo una leve llovizna, que por fortuna no duró mucho. El cansancio del cuerpo entre los miembros de la expedición se iba notando, lo que aminoraba el ritmo de descenso. Sin embargo, adquiriendo un paso constante y cuidadoso logramos bajar poco a poco de la montaña, notando el efecto de la lluvia en el camino, que se había vuelto bastante lodoso.
El clima fue favorable durante el resto de la tarde, facilitando el descenso de La Escalera y otros tramos complejos, que pueden ser todo un reto para personas que sufran de vértigo.
Luego de superar los tramos más complicados, nos encontramos con una sorpresa. Un gavilán de garganta blanca (Buteo albigula) se encontraba posado sobre un árbol seco cerca del camino.
Gavilán de garganta blanca (Buteo albigula)
Este registro, además de raro, resulta bastante interesante, ya que se trata de un ave migratoria austral, lo que quiere decir que viene desde el sur del continente para pasar el invierno en zonas más cercanas al ecuador. Esta rapaz también se caracteriza por preferir las zonas medias y altas de los Andes para conseguir su alimento, encontrándose entre los 2000 y 3500 metros sobre el nivel del mar.
Luego de realizar algunas fotografías a esta especie continuamos nuestro camino, llegando al campamento al finalizar la tarde. La expedición casi había terminado. Solo restaba regresar al corregimiento al día siguiente.
El regreso y la vista del Nevado
Luego de una segunda noche pasada por lluvias, comenzamos la tercera jornada levantando el campamento y preparándonos para el descenso.
Para la fortuna de quien gusta de observar hacia el horizonte, el aguacero de la madrugada había limpiado el aire, permitiendo tener una visibilidad privilegiada, tanto que fue posible observar a lo lejos el Nevado del Ruiz, que se encuentra a unos 125 kilómetros en línea recta de los Farallones del Citará.
Nevado del Ruiz desde el cerro San Nicolás
Después de tan memorable momento, era hora de ultimar detalles para iniciar el descenso. Empacamos la mayor cantidad posible de basuras e iniciamos el recorrido, que no tuvo contratiempos y duró unas 5 horas. Debido a la lluvia de la noche anterior, el camino estaba mucho más lodoso, algo que no experimentamos durante el ascenso debido a la ausencia de lluvia en los días previos.
Nos llamó la atención que solo con el paso de 12 personas (conteo que realizamos durante el fin de semana, incluyendo a nuestro grupo) el camino estuviera tan enlodado, lo que puede ser un efecto del alto flujo de caminantes, que ha ocasionado la pérdida de hojarasca en el sendero, y por ende una erosión mucho más rápida.
Con el descenso a los potreros del Ardedero a eso de la 2:30 de la tarde terminó nuestra visita técnica, de la que se realizará un informe por parte de Corantioquia, con el fin de tener un documento de primera mano que permita tomar las medidas pertinentes según el criterio de personal capacitado. Estas medidas podrían ser la regulación o restricción temporal del acceso, mientras se realizan estudios más completos sobre la capacidad de carga del sitio.
Recomendaciones de ingreso
Si tienes planeado visitar el cerro San Nicolás, te recomendamos tener en cuenta lo siguiente:
- Actualmente (septiembre 2023) existe un derrumbe en el sector La Bejuquera, a 2830 msnm. No se recomienda el paso de grandes grupos debido a la inestabilidad del terreno, ni de personas que sufran de vértigo.
- Evitar los puentes festivos, ya que estas son las fechas en las que más se acumula gente en el sitio. La comunidad local ha reportado conteos de entre 40 y 60 personas durante estas fechas.
- Reporta tu visita ante la Promoción de Turismo de Ciudad Bolívar (turismo@ciudadbolivar-antioquia.gov.co) y al colectivo Bioexploradores Farallones (bioexploradoresfarallones@gmail.com), mediante un correo en el que informes el nombre completo de los caminantes, sus respectivos números de cédula y pólizas de seguro.
- Cuando vayas a iniciar el recorrido, repórtate de forma presencial con tu grupo ante la Subestación de Policía de Farallones (atención 24 horas). Al regresar, informa que has llegado sano y salvo.
- Comunícate con los dueños de predios de la vereda el Ardedero (Jorge González, Alejandro Olaya) para recibir la autorización de acceso y evitar malentendidos. Recuerda que el inicio del recorrido al cerro San Nicolás ocurre a través de previos privados, y para acceder a ellos debes contar con la autorización de sus dueños.
- Si visitas el lugar, ¡baja toda la basura que puedas! Tu contribución es fundamental para la preservación del ecosistema.
Ayúdanos a generar conciencia
La idea de este relato fue presentar una descripción detallada del ascenso hacia el cerro San Nicolás, de forma que las personas puedan conocer el estado actual de este sitio. Es también un llamado de advertencia y de conciencia ambiental para seguir velando por la protección de nuestra estrella hidrográfica.
Si quieres apoyarnos en este proceso divulgativo y de concientización, te invitamos a compartir esta publicación en tus redes sociales, y con personas que de una u otra forma estén relacionadas con el cerro San Nicolás ¡Entre todos podemos crear una cultura de cuidado hacia nuestros espacios naturales!
Agradecimientos al personal de Corantioquia, Alcaldía Municipal de Ciudad Bolívar, proyecto PRAE de la Institución Educativa Rural Farallones, y guía local por el acompañamiento durante esta salida.
Fotografías: Sebastián Berrío
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