La presente página es una transcripción de las noticias del periódico EL TIEMPO, relacionadas con el accidente del avión Douglas DC-3 HK-661 de la empresa Satena, siniestrado el 21 de enero de 1972 en el Cerro San Nicolás de los Farallones del Citará, Andes Occidentales de Colombia.
Nota 1: todos los créditos, tanto de fotografías como de textos pertenecen a EL TIEMPO. El proceso de transcripción se realiza como complemento al artículo principal sobre este suceso disponible aquí, con la idea de hacer un ejercicio de memoria histórica, y facilitar el acceso al conocimiento para los interesados, pues la presente información hasta la fecha no se encuentra indexada en los buscadores.
Nota 2: la información y descripciones aquí mostradas no necesariamente representan la opinión de Bioexploradores Farallones. Estos textos deben verse desde la perspectiva histórica en que fueron escritos. Existen varios errores en datos suministrados por los columnistas, sin embargo no se han modificado, con el propósito de conservar su caracter documental.
Contenido
Resumen
Ver Resumen22 de enero de 1972 [Página 1]: se conoce la noticia del accidente; campesinos de la región relatan lo observado y describen el lugar; diversas autoridades se pronuncian sobre la noticia; se publica el listado preliminar de pasajeros; se presenta una columna sobre la vida de monseñor Gerardo Valencia Cano.
23 de enero de 1972 [Página 2]: se conocen más testimonios de los lugareños en torno al siniestro del avión; decretos de diversas autoridades son publicados; se habla sobre la vida de dos funcionarios de la FAO fallecidos en el lugar.
24 de enero de 1972 [Página 3]: se informa de alrededor de 300 personas buscando al avión de Satena por aire y tierra; se presentan descripciones detalladas de la zona, condiciones climáticas y peligros; se ahonda en la vida de más víctimas fatales del accidente.
25 de enero de 1972 [Página 4]: descartan exploración en Betania, las labores de búsqueda se trasladan únicamente a Ciudad Bolívar; se comenta sobre la extrema dificultad para desarrollar la búsqueda en el Cerro San Nicolás; se habla sobre la vida del piloto Lozano Delgadillo.
26 de enero de 1972 [Página 5]: es hallado el avión de Satena durante un vuelo de reconocimiento; se informa sobre la imposibilidad de aterrizar aeronaves en la zona; se conocen las reacciones de dirigentes y familiares ante el hallazgo.
27 de enero de 1972 [Página 6]: las autoridades descartan rescate aéreo de los cuerpos del avión Satena en el cerro San Nicolás, debido a dificultades climáticas y de acceso.
28 de enero de 1972 [Página 6]: se informa que el rescate por tierra de los cuerpos puede demorar aproximadamente 6 días; cerca de 98 vehículos con equipos de rescate y familiares han llegado al municipio de Ciudad Bolívar.
29 de enero de 1972 [Página 6]: en un vuelo tripulado por sacerdotes, familiares y dirigentes, se declara el cerro San Nicolás como camposanto; religioso experimentado en escalada se ofrece a dirigir el rescate.
30 de enero de 1972 (sin noticias)
31 de enero de 1972 (sin noticias)
1 de febrero de 1972 [Página 6]: autoridades declaran humanamente imposible el rescate de Satena, y argumentan que se pondrían muchas vidas en riesgo al intentar llegar al lugar.
2 de febrero de 1972 [Página 7]: comandado por el sacerdote local Ricardo Saldarriaga, llega grupo de rescate a la zona del siniestro del avión de Satena; baquiano que estuvo con el grupo entrega evidencias.
3 de febrero de 1972 [Página 7]: un helicóptero logra aterrizar en el sitio del siniestro, gracias a un improvisado helipuerto construido por el grupo de rescate; autoridades informan que se hará el intento de recuperar los 39 cuerpos; se informa que los restos de monseñor Gerardo Valencia fueron ya identificados.
4 de febrero de 1972 [Página 8]: el sacerdote Ricardo Saldarriaga regresa en helicóptero al casco urbano de Ciudad Bolívar con los restos de monseñor Valencia Cano, y relata la travesía que vivió para llegar al avión.
5 de febrero de 1972 [Página 9]: los restos del obispo son trasladados a Medellín; se informa que no todas las víctimas serán rescatadas; se atribuye a una falla humana la razón del incidente del avión de Satena; se informa que Jorge Eliecer Parga Salcedo, fotógrafo de EL TIEMPO, va de camino hacia el avión siniestrado.
6 de febrero de 1972 [Página 10]: Jorge Eliecer Parga Salcedo cuenta la odisea que vivió para llegar hasta el sitio del avión de Satena y enseña las fotografías que logró; autoridades informan que algunos cuerpos fueron saqueados.
7 de febrero de 1972 [Página 11]: se narran los pormenores del sepelio de monseñor Gerardo Valencia Cano, llevado a cabo el 6 de febrero de 1972 en Buenaventura.
8 de febrero de 1972 (sin noticias)
9 de febrero de 1972 (sin noticias)
10 de febrero de 1972 [Página 11]: piden Cruz de Boyacá para Ricardo Saldarriaga.
22 de enero de 1972
75 muertos – 2 tragedias aéreas y una de tránsito
Setenta y siete personas murieron ayer en tres trágicos accidentes que conmovieron al país. Un avión de Satena, con 36 personas a bordo se estrelló cerca a Betania cuando volaba de Medellín a Buenaventura. En este accidente pereció el obispo de este puerto, monseñor Valencia Cano.
Pocas horas más tarde, un avión de Urraca cayó envuelto en llamas, a los cuatro minutos de haber decolado de Eldorado en vuelo hacia San Andrés, cerca a Funza. Veinte personas perecieron en este accidente. Casi simultáneamente se registró un triple choque de vehículos cerca al puente de la represa del Sisga, entre un bus de la empresa Brasilia, un carro tanque cargado de combustible y un camión remolque, con saldo de 19 muertos y 21 heridos. Los tres automotores se incendiaron.
Con este trágico balance, el primer mes de este año bisiesto aumenta a más de 125 el saldo de muertes trágicas, que han ocurrido en el país. En el vuelo de Satena pereció también el director general de la FAO en Colombia, señor Pier Giovani Brunore.
En el aire estalló avión de “Satena”
BETANIA, 21. (Por Jaime González Restrepo, enviado especial). Por lo menos 36 personas perecieron hoy al estallar en el aire un avión DC-3 de Satena (Servicio Aéreo de los Territorios Nacionales), cuando cumplía un itinerario entre Medellín-Quibdó-Bahía Solano-Condoto-Buenaventura-Cali.
El avión se encuentra estrellado en el cerro de Citará, a 3.000 metros de altura, en un lugar que se considera inaccesible. Las autoridades dijeron que la nave cayó en las selvas del Chocó, a unos 20 kilómetros de este municipio, y que, por lo tanto, se necesita una jornada de cuatro a cinco días para poder llegar a este sitio.
Ante esta circunstancia, parece que el rescate se adelantará con la ayuda de dos helicópteros de la FAC. Entre los pasajeros de la nave (tipo C-47 de la FAC y con matrícula 661) figuraban el obispo de Buenaventura, monseñor Gerardo Valencia Cano, de 54 años, líder de la rebeldía clerical en Colombia, y Pier Giovani Brunoni, de nacionalidad italiana, jefe de la FAO en Colombia. Cuatro religiosos más, entre ellos tres Hermanas de una congregación de monjas de Quibdó (identificadas como las Hermanas Cecilia Bravo, Rubiela Pérez y Catalina Jaramillo) figuran entre los ocupantes del avión fatal.
Otra víctima del desastre es el padre Francisco Múnera, sacerdote al servicio de la parroquia de Condoto. Una nave de Cessnyca estuvo a punto de desplomarse a tierra, cuando colaboraba en la búsqueda del aparato de SATENA. Sin embargo, fue localizada una hora más tarde en Bahía Solano. La nave, que había salido previamente de Bogotá, estaba al mando del mayor Juan Eduardo Lozano Delgadillo, y llevaba como copiloto a Guillermo León Torres.
El resto de la tripulación estaba compuesto por Luis Javier Pareja León, navegante mayor, y Luis A. Daza, auxiliar de vuelo. A pesar de que en un comunicado de Satena figuran, en total, 31 personas, EL TIEMPO pudo establecer que a última hora, 5 personas se embarcaron con destino a poblaciones intermedias del Chocó.
El aparato fue declarado en emergencia a la 1 y 52 minutos de la tarde de ayer viernes, según informó el coronel Osiris de J. Maldonado, gerente general de Satena. El avión, aparentemente, se estrelló en jurisdicción del cerro de Citará, comprensión del municipio de Betania, 160 kilómetros al suroeste de Medellín. Varios aparatos de la FAC y de otras empresas se dieron a la búsqueda del aparato perdido, pero con resultados negativos.
Dos explosiones
Un campesino, con los nervios crispados, había dado, sin embargo, la terrible noticia, minutos antes al alcalde de Betania, Jorge Iván Restrepo Vélez:
“Yo estaba cerca al sitio de ‘La Bramadera’ cuando sentí un estruendo tremendo. Dos explosiones impresionantes sacudieron el ambiente, y vi cuando la nave se desplomaba a tierra, envuelta en llamas“.
El alcalde necesitó de varios minutos para calmar al nervioso campesino, quien no cesaba de repetir que “había sido algo espantoso”. Las declaraciones del labriego José Luis Cruz fueron ratificadas más tarde por otros moradores de la zona donde se presume que haya caído el aparato.
Movilización
El frío esta noche en Betania era impresionante. Aquí se habían concentrado decenas de comisiones de rescate venidas desde Medellín, que solo podrán adelantar su labor en las primeras horas de hoy. Policías, bomberos, miembros de la Defensa Civil y numerosos voluntarios estaban listos anoche para iniciar su tarea. Sin embargo, nuevas declaraciones de algunos campesinos contradijeron lo que inicialmente había informado el alcalde Restrepo Vélez a la gobernación de Antioquia.
El esceptiscismo, por lo tanto, aumentó de punto. Y se empezó a dudar, inclusive, de que el DC-3 haya caído en la zona de 15 kilómetros, donde Jose Luis Cruz y otros campesinos afirmaron haber visto el avión. Hay la impresión que el C47 se precipitó en las selvas del Chocó, unos 20 kilómetros al occidente del sitio inicial.
En las primeras horas de la tarde, poco después de que circuló la versión sobre el accidente aéreo, naves de la Patrulla Civil y de la FAC iniciaron una vertiginosa inspección a todo lo largo de la Cordillera Occidental, más exactamente en la serranía de Citará, pero con resultados negativos.
Nave en emergencia
Uno de los aparatos que colaboraba en la tarea de localización, fue declarado en emergencia. Sin embargo, fue avistado hora y media más tarde, cuando volaba sobre Bahía Solano en el Chocó. El accidente de la nave Satena, al igual que el de Urraca (registrado a pocos minutos de Bogotá) se produce en momentos que una fuerte temporada invernal, acompañada de tormentas eléctricas, sacude a todo el país.
Según la torre de control del aeropuerto “Olaya Herrera”, de Medellín, el DC-3 tuvo el último contacto a las 10:19 de la mañana, cuando sobrevolaba sobre el Carmen del Atrato, 20 minutos después de que la máquina despegó de la pista de la capital antioqueña. El sitio de “Bramadera”, en donde se presume que haya caído el avión, distante 20 kilómetros de Betania, “parece una pared”, según la descripción gráfica de un funcionario de la gobernación de Antioquia. Esto dificulta al máximo la labor de las comisiones de rescate.
Cala hasta los huesos
EL TIEMPO logró dialogar con un experimentado baquiano de la región, quien dijo que el sector de “Bramadera” está caracterizado por lo escarpado de sus terrenos:
“Hay un frío que cala hasta los huesos y las lluvias no cesan. Una espesa manigua cubre toda esa zona, que permanece virgen de todo contacto humano. No es raro que uno se encuentre con animales salvajes, de alta peligrosidad, que han sentado sus reales en sitios que, como el que le digo, es quebradizo. Los macizos se despedazan en serranías y verticales que aprietan el curso de las torrenteras, que forman (muy abajo) el milagro de los ríos occientales. Por allí, serpenteando entre el crujir de piedras que se chocan y se represan en los recovecos, la selva recóndita hace más desolador y tétrico el panorama”.
Causas del accidente
Aunque es aventurado anticiparse a las causas que originaron la tragedia todo parece indicar que se debió al mal tiempo. La empresa “Satena” dijo que es necesario esperar a que las comisiones de rescate lleguen hasta el sitio en donde fue vista la nave estrellada antes de poder declarar muertos a los pasajeros y tripulantes de la nave.
Comunicado
El gerente del Servicio Aéreo a Territorios Nacionales, SATENA, informa:
“Primero. Desde las 13:52 horas de hoy, fue declarado en emergenia el avión de la empresa distinguido con matrícula FAC-661, cuando efectuaba el itinerario Medellín – Quibdó – Bahía Solano – Condoto – Buenaventura – Cali”.
“Segundo. Que el avión tipo C-47 iba tripulado por el siguiente personal: piloto, mayor Juan Eduardo Lozano Delgadillo; copiloto, subteniente Guillermo León Torres; navegante, mayor Luis Javier Pareja León y auxiliar de vuelo, Luis A. Daza. Llevaba además 24 pasajeros adultos y tres niños”.
“Tercero. Que en las primeras horas de mañana desde la ciudad de Medellín se iniciarán los vuelos de reconocimiento para localizar el avión con dos aeronaves de la misma empresa, despachadas en las horas de la tarde de hoy”.
-Coronel Osiris de J. Maldona Rangen, gerente de SATENA.
Lista de pasajeros
Bogotá – Quibdó: Miguel Valencia, Suly Rentería, Eneida Rentería, Miguel Espitia, José Arcila, Juana de Lozano. Bogotá – Bahía Solano: Pierre Brumont, Luis Suelt, Saúl Pinto. Bogotá – Condoto: Raúl Clavijo. Medellín – Quibdó: Rubiela de Osorio, Argemiro Gómez, Francisco Arias, Javier Beltrán, Juan Francisco Ramírez, Luis L. Ramírez (menor), Carlos G. Ramírez (menor), Lilia de Chamat, Ofelia Chamat, Arturo Paz y Luis A. Martínez. Medellín – Condoto: Lucy Hincapié, el Padre Francisco Murcia, Hermana Cecilia Bravo, Hermana Rubiela Pérez, Hermana Clementina. Medellín – Buenaventura: Leonardo Valencia, menor de edad.
Dos hermanos rogaron que les dieran cupo
MEDELLÍN, 21. (Por Jaime González Restrepo). Los hermanos Luis y Eduardo Vélez Hurtado no se cansaban hoy de:
“Dar gracias al Altísimo por habernos conservado con vida. Fue algo increíble, y no sabemos cómo estamos contando el cuento. Rogamos hasta el cansancio para que nos facilitaran un cupito en el avión de Satena, pero allí había un sobrecupo del diablo y no nos fue posible conseguir asiento para desplazarnos hasta Condoto, lugar de nuestra residencia”.
“El jefe de Satena nos dijo, una y otra vez, que no había tiquetes, pero nosotros insistimos por minutos eternos. Eduardo era el más obstinado por estar hoy en Condoto. Yo también, pero me dije ¡qué caray! si no viajamos hoy, lo haremos mañana. Y ya ve, Dios nos salvó, fue algo providencial“, dijo Luis Vélez Hurtado, al conocer la noticia sobre el accidente de la nave de Satena. Sin embargo, lamentó la suerte de los demás ocupantes de la nave: “Ojalá todos estén vivos”.
Películas
Por otra parte, Estela García, distribuidora de películas, dijo que por lo menos se habían perdido 490 mil pesos en cintas que transportaba el avión, con destino a Quibdó, para ser exhibidas en la capital del Chocó.
Se salva teniente
El teniente Pareja León, a quien correspondía asesorar el vuelo de la nave que se fue a pique en la serranía de Citará, canceló a última hora de viaje, por una ligera indisposición.
Condolencia de Pastrana a Buenaventura
El presidente de la República envió el siguiente mensaje de condolencia al alcalde de Buenaventura:
“Profundamente conmovido por la noticia del fallecimiento del Monseñor Gerardo Valencia Cano, hago llegar a través de usted, para todos los habitantes de esa ciudad mi sincera expresión de dolor. Monseñor Valencia Cano no fue una figura esclarecida de la Iglesia colombiana, que buscó siempre interpretar las demandas de la hora presente en la defensa permanente de la justicia social. Hizo el eminente prelado de sus vida una constante y generosa lección de servicio a los desposeídos interpretando las doctrinas sociales de la Iglesia, especialmente las clases marginadas del Vaupés y de la costa del Pacífico han perdido un luchador que siempre estuvo cerca a sus angustias y a sus anhelos en mi nombre y en el del gobierno expreso mi solidaridad y la de la Nación con esa ciudad hoy entristecida”.
-Presidente Pastrana Borrero
Jefe de la misión de la FAO entre las víctimas
Pier Giovannelli Brunori, jefe de la misión de la FAO en Colombia, fue una de las víctimas del accidente del avión de Satena, que se estrelló ayer en el cerro de Citará, en Antioquia, con saldo de 34 muertos. Brunori había llegado en octubre de 1969 al país, y anteriormente había estado en el Ecuador. También estuvo en la OEA, en Washington, acreditado por la FAO.
Estaba casado con una dama italiana, matrimonio del cual hay dos niños, y contaba con 45 años. La labor de Brunoni (de nacionalidad italiana) fue ampliamente fructífera en Colombia, y era amigo personal del ex-presidente Carlos Lleras Restrepo. El funcionario había salido de la capital del país, en desarrollo de unos de sus frecuentes viajes a todo el país, en misión específica de su labor. Residía en Bogotá en el barrio Rosales, y anoche se desconocía aún si sus restos serían enviados a su tierra natal.
Monseñor Valencia, una figura discutida
Dieciséis años de una lucha permanente por la reivindicación de “mis amadísimos negritos” (como él repetía constantemente) habían hecho de monseñor Gerardo Valencia Cano un personaje de excepción… casi un ídolo.
Por eso, cuando ayer se supo de su trágica muerte en un avión de “Satena”, que se estrelló a poquísimos kilómetros de la tierra que lo vio nacer (Santo Domingo, Antioquia), un 26 de agosto de 1917, Buenaventura y el Litoral Pacífico se estremecieron… El impacto fue tremendo. Porque aquellas tierras por las que él tanto luchó por su reinvindicación, nunca conocieron un momento de flaqueza en aquel pastor, que escondía una no mal disimulada timidez tras los finos cristales de sus gafas.
Y porque monseñor Valencia Cano fue un líder. Un líder que esgrimió siempre la palabra amable y serena, pero matizada de ese algo enigmático que él llamó “concientización de las masas”. Ese algo que implica, según sus palabras, “cambio rápido y profundo de estructuras”. Monseñor Valencia Cano organizó hace tres años el moivmiento de curas rebeldes de “Golconda”, que proclama la necesidad de implantar el socialismo en Colombia.
Como obispo del puerto de Buenaventura, en donde tiene asiento una empobrecida población negra, convulsionó a la iglesia católica colombiana con sus tesis revolucionarias, en las cuales fue secundado por más de un centenar de jóvenes sacerdotes. Algunos de los curas jóvenes se precipitaron hacia las guerrillas comunistas, especialmente después de que Camilo Torres, el primer sacerdote católico que se incorporó a la lucha armada, murió combatiendo con las tropas del gobierno, cuando comandaba un pelotón de rebeldes del “Ejército de Liberación Nacional”, de orientación castrista.
Hay ahora dos seguidores de monseñor Valencia Cano en las guerrillas, los curas españoles Domingo Laín y Manuel Pérez. Mientras tanto, otros curas se dedicaron a acompañar a los universitarios en la agitación estudiantil y a encabezar invasiones urbanas y rurales. Algunos fueron suspendidos en su ministerio sacerdotal por la jerarquía conservadora de la Iglesia de este país.
Pero la jerarquía conservó a monseñor Valencia Cano en su diócesis de Buenaventura, desde donde proclamaba con absoluta indepenencia sus tesis “revolucionarias y anti-imperialistas”. Al parecer, la iglesia temía que se extendiera entre los clérigos si tomaba medidas de represalia contra el obispo Valencia Cano.
En los últimos meses se dedicó especialmente a denunciar el comercio de esclavos que se hace con los indios en las selvas caucheras del suroeste del país, en Vaupés y a solicitar una energética acción para combatir la miseria en Buenaventura, el principal puerto de Colombia, en el Pacífico.
Monseñor Valencia Cano había llegado hace ocho días a Medellín en compañía de varios misioneros, para visitar distintas regiones rurales del departamento de Antioquia. La noticia de que el clérigo iba a bordo de un avión causó honda conmoción en el puerto de Buenaventura, en donde se le respetaba tanto como líder cívico e intelectual que como obispo.
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